Una vez que ya sabemos qué es estrés y qué lo diferencia de la ansiedad, en este post hablaré de las dos caras del estrés.
Como proceso de adaptación que es, el estrés puede ser agradable o positivo (eustress) cuando genera una cierta sensación de reto y placer, o desagradable o negativo (distress) cuando genera malestar. Es positivo si quien que lo experimenta siente un cierto grado de control sobre el proceso ya que la exigencia o estresor es predecible o incluso es buscado por la persona. Es negativo si ocurre todo lo contrario.
El estrés positivo nos hace más productivos, eficaces e incluso creativos. Nuestro cuerpo entero se prepara para dar lo mejor de sí. Quizá te haya pasado que un día en la oficina en vez de tener 5 tareas en tu agenda tienes 10 que has de terminar ese mismo día. Y esta demanda hace que justo ese día estés más concentrado, tengas menos hambre, priorices mejor, no te apegues a las distracciones y cumplas con el objetivo de las 10 tareas. Lo has dado todo gracias al estrés positivo. La valoración del hecho como un reto (“yo puedo”), la emoción de confianza y una activación completa a nivel biológico (sistemas nervioso, endocrino, respiratorio, etc.) han sido tus aliados para conseguirlo.
Si el estrés negativo viene de un hecho traumático o de una situación donde la demanda de adaptación se mantiene en el tiempo, sin descanso, provocando tareas superiores a las capacidades propias (ya no es un reto sino una de amenaza) y el cuerpo entra en una fase de agotamiento. Es entonces cuando el estrés muestra su peor cara; nos sentimos lentos, agotados y carentes de energía. Enfermamos a nivel mental, emocional y físico. Incluso nuestra vida social puede verse afectada.
¿Qué hace que pasemos del estrés positivo al negativo, del reto a la amenaza? ¿Qué alternativas hay para minimizar las consecuencias de estrés negativo? ¿Es posible aprender a gestionar el estrés para vivir de forma saludable? Todo esto lo explicaré en futuros posts, pero adelanto 5 formas para combatir el estrés negativo que son las líneas de actuación básicas en mis formaciones y procesos de coaching:
- Comunicar lo que sucede y apoyarnos en otros. El afecto y la empatía del entorno potenciarán tu imagen personal y generan emociones positivas que amplíarán tu campo de acciones posibles. ¿En qué medida tienes el soporte de otros? ¿Compartes lo que sientes?
- Reinterpretar la realidad, poniendo el foco de atención no en el problema sino en la búsqueda de soluciones. En coaching hago preguntas del tipo:
- ¿Qué puedes aprender de lo sucedido?
- ¿Qué opciones se te ocurren para salir adelante?
- ¿Qué recursos y habilidades tienes para hacer frente a esta situación?
- Desarrollar hábitos saludables: dieta rica en nutrientes, horas de sueño suficientes y ejercicio físico.
- Dedicar tiempo a esas actividades placenteras, que se nos dan bien, que nos aportan energía y con las que tienes sensación de fluir .
- Cuando la activación (palpitaciones, sudoración, dificultades para respirar, etc.) a nivel físico es muy grande, practicar técnicas de relajación
Sin duda hay mucho que sí podemos hacer para gestionar el estrés. ¿Quieres aprender? En siguientes posts te explico cómo.
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