¿Recuerdas cuándo fue la última vez que tomaste una decisión de ésas que te puede cambiar la vida? Puede que fuera algo relacionado con tu trabajo, tu pareja actual, el lugar donde vives, la paternidad/maternidad, etc…
¿Qué te hizo llegar a ese punto en el que se abrieron ante ti nuevas posibilidades, nuevos caminos en los que se podía diversificar tu vida?
¿Huías de algo que ya no te gustaba o ansiabas lograr algo nuevo? Desde dónde se toma una decisión afecta a la actitud con la que vives el proceso, al proceso en sí y a los resultados del mismo. No es igual alejarse de algo que no ya quieres que acercarse a lo que sí quieres. La motivación en un caso es destruir y acabar con lo que ya no deseas. En el otro, construir y crear lo que sí ansías.
¿Qué relación existe entre esa gran decisión tomada y tus valores y prioridades? ¿Elegiste pensando en ser coherente contigo o buscabas agradar a otros? ¿Eligió tu miedo o eligió tu libertad?
Tener este conocimiento sobre cómo tomas decisiones importantes te dará muchas pistas para empezar a cuestionarte cómo tomas esas otras decisiones cotidianas que quizá no te cambien la vida de la noche a la mañana, pero que mantenidas en el tiempo y convertidas en hábitos, pueden tener el mismo impacto vital que divorciarte, tener hijos o mudarte al extranjero.
Todos somos resultados de nuestras decisiones. Decidir supone elegir la respuesta ante cualquier situación y aceptar las consecuencias que se deriven. Por lo tanto, decidir implica:
1) Responsabilidad para escoger entre varias opciones,
2) Aceptación de las consecuencias. Porque como decía el profesor y escritor Stephen Covey : “Cuando uno recoge una punta del palo, también recoge la otra».
Mi invitación de hoy es que empieces a prestar más atención a tus decisiones: a las que tomas y que no tomas; para que desde ese conocimiento veas hasta qué punto eres el capitán de tu vida.
Alguien dijo “Si no tomas decisiones, otro las tomará por ti y no pensará tanto en tu felicidad como tú mismo”. Yo comparto esta opinión.
Cuando decides puedes fallar. Cuando decides puedes ser criticado. Cuando decides, toca pasar a la acción y ello implica esfuerzo y como todo cambio, incomodad e incluso miedo. Por eso muchas veces las personas tendemos a retrasar la toma de decisiones. Pero ¡ojo!, si las retrasas tanto puedes dejarte guiar por otros capitanes y llegar a un destino que en nada se parezca a aquél en el que deseas permanecer. Entonces, entras en crisis y sólo parece quedar la opción de huir y destruir en vez de acercarte y construir.
¿De veras tienes tanto miedo como para no elegir ahora lo que quieres en tu vida? Si no es miedo, ¿qué te impide hacerlo? Sin excusas, sin quejas, toma decisiones y pasa a la acción.
Te dejo 5 estrategias que te ayudarán a movilizarte y empezar a tener otros resultados:
1) Dedica tiempo para ti. Haz una pausa todos los días para descansar, para pensar, para reunirte contigo mismo. Pregúntate cómo estás hoy, qué quieres tú en este momento de tu vida (y no otros). Reconócete tus dones y talentos, y cerrando los ojos imagina la vida que deseas. Permítete este encuentro diario contigo. Conocerte mejor te permitirá conectar con tu pasión, con tu esencia e ir dejando atrás el piloto automático. Se trata de un tiempo para ser, no para hacer.
2) Conoce tus valores y prioridades. ¿En qué medida tu comportamiento es coherente con ellos? ¿Dónde está tu foco: en lo importante o acaso en lo urgente? “Cuando tus valores son claros para ti, tomar decisiones se vuelve más fácil” (Roy E. Disney), ¿qué te sugiere esta frase?
3) Busca tu “para qué”. Cuando llegue el momento de elegir, pregúntate: ¿para qué elijo esto? ¿Cuál es el objetivo que pretendo alcanzar con esta decisión? Lo que eliges, ¿tiene que ver con lo que realmente quieres o te dará más de lo mismo? Quizá descubras que muchas decisiones son tomadas en función de las expectativas de otros o que son más propias de tu “yo pasado” que de tu “yo actual”. Si es así, ¿qué vas a decidir ahora?
4) Piensa en lo que ganas y en lo que pierdes. Tomar una decisión te saca de donde estás y te lleva a otro sitio. En ese otro sitio: ¿en quién te conviertes? ¿Qué haces? ¿Qué tienes? ¿Qué aprendes? Recuerda, tomar una decisión implica aceptar sus consecuencias, tenlas también en cuenta.
5) Identifica qué te impide tomar decisiones. ¿Es el miedo? El mejor antídoto contra el miedo son el amor y la confianza:
- El amor a lo que quieres para ti, el amor a lo que quieres para otros, el amor a tu contribución en el mundo, el amor a tu esencia.
- La confianza basada en el autoconocimiento adquirido en esos encuentros contigo mismo. La confianza en que tu “para qué” es coherente con tus valores y prioridades.
Amor y confianza te darán la fuerza suficiente para coger al miedo de la mano y pasar a la acción. No desparecerá pero se hará más pequeño y podrás avanzar.
Para terminar quiero compartir un vídeo de Mario Alonso Puig, médico y coach, que contiene una frase tan sugerente como: “ No sucede nada en nuestra vida si no decidimos que suceda. Las decisiones nos construyen o nos destruyen”. Te animo a que lo veas para indagar un poco más en qué creencias están afectando a tu toma de decisiones. Y recuerda, si no te gusta dónde estás, ¡Muévete!
https://www.youtube.com/watch?v=MtLdwDtNkhw
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